La forma real de reconocer la Dignidad de la Persona Humana al hacer ciudad, es pensar en que los adultos mayores y los niños, puedan desplazarse con facilidad hacia y desde cualquier lugar, através del espacio publico, como propiedad y responsabilidad de todos los que en la ciudad habitamos. Esta dignidad debe ser reconocida y garantizada a todo ser humano, sin importar su condición de género, socioeconómica o su edad.
Bien Común
Mucho a lo que nos referimos con “espacio publico”, tiene que ver con esta sinergia de valores dispuestos al servicio de las personas, la materialización del Bien Común, es sin duda, el espacio publico. La realización en lo material de las acciones de los gobiernos deben ser por tanto con la idea primordial de este valor. En el espacio publico, la justicia modal, es dar a cada modo de transporte lo suyo, lo que le pertenece según sus fines, según su categoría y su demanda, en coherencia con esto, los espacios de banquetas, ciclo vías, áreas verdes y calles para transporte publico y para los autos, deberían perseguir este principio elemental de justicia.
Solidaridad
La solidaridad urbana, es entonces, la expresión del fin último de la realización de las acciones en beneficio de las personas, la manera de utilizar y dar sentido a lo público, es por medio de ésta. La vida comunitaria es lo que posibilita un resultado perene de las acciones materiales de la ciudad. Solo en base a este principio es entendible la supremacía del bien común sobre los intereses particulares al hacer ciudad. De esa misma manera se materializa en lo público la dimensión vertical de la solidaridad, al buscar y proporcionar un equilibrio modal, se hace un uso más racional de los recursos, al favorecer la movilidad no motorizada, siendo responsables con las generaciones venideras, pero también preservando la escala de lo humano en lo urbano, como nos lo han legado nuestros antecesores.
Es en base a este principio, donde la apuesta debe ser “más sociedad, menos gobierno” o también expresable como, tanta sociedad como sea posible y solo tanto gobierno como sea absolutamente necesario. La gestión de las comunidades, de los grupos sociales, de todo tipo de organizaciones y organismos ciudadanos, siempre debe ser favorecida, porque es la fórmula secular de intervenir el espacio público, de llevar más allá los proyectos de ciudad, de lograr jerarquizar los diseños físicos de los elementos urbanos al servicio de las personas y que no corran riesgos con la reinvención de las políticas públicas del municipio o del estado, después de cada periodo de gobierno.
Subsidiariedad
La subsidiariedad en los espacios de ciudad, se refleja en la importancia que debe concedérsele, no por misericordia, sino por dignidad, primeramente a la persona y sus desplazamientos naturales, o sea, la peatonabilidad y accesibilidad universal; que a los medios mecánicos subsidiariamente, debido a su capacidad de motorización, respeten y promuevan como superiores a las personas. El dolor evitable, retraduce al esfuerzo evitable, que no tiene por que hacer el ser humano en la ciudad, si lo puede y corresponde hacerlo al automotor. En un ejemplo práctico, diríamos entonces que un paso peatonal elevado, debe ser inconcebible dentro de una ciudad, ya que el automotor, por menos capacidad que tenga en caballos de fuerza, siempre va a tener mucho más potencial que el mas atlético de los mortales, por tanto, quien tiene la capacidad y en este contexto el deber subsidiario de subir y bajar es este último, debiendo dar las garantías de accesibilidad y facilidad a los menos “dotados” o sea al discapacitado, al peatón, al ciclista, en este mismo orden de ideas, es más importante y prioritario el transporte público, puesto que desplaza a un gran número de personas en su interior.
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